EL ABORTO
TERAPÉUTICO
En el año 2003
Griselle Rojas, una joven madre de 27 años, solicitó al ministro de Salud de la
época, Osvaldo Artaza, la posibilidad de realizarse un aborto terapéutico
porque el bebé que llevaba en el vientre estaba afectado por una mola
embrionaria parcial, una enfermedad que se produce por la reproducción anormal
de las células de la placenta.
El feto venía
sin cráneo y sin pulmones lo que hacía inviable su vida fuera del vientre
materno y ponía en serio riesgo la salud de la madre. Sin embargo y, dado que
en Chile no es legal este procedimiento, la mujer debió rodar de opinión en
opinión, hasta que las autoridades decidieron, finalmente, interrumpir el
embarazo, pues la joven se encontraba en serio riesgo de vida.
En ese
momento, el presidente del Colegio Médico, Juan Luis Castro, -quien apoyó a la
mujer junto a la entidad que preside- señaló que son los médicos quienes deben
tener en sus manos las respuestas terapéuticas y no una legislación que en el
año 1989 decidió interrumpir estas intervenciones que “nada tienen que ver con
un aborto inducido pues asegura bajo todos los antecedentes científicos se
intenta salvar la vida de una mujer”.
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